Los primeros indicios, asegura Hegseth, apuntan a que la operación “ha tenido el efecto deseado” y las instalaciones nucleares iraníes en Fordow, Natanz e Isfahán han quedado destruidas. Pero los mandos reconocen que aún hará falta un tiempo para determinar con exactitud el alcance de los daños. Las mediciones del Organismo Internacional para la Energía Atómica no han detectado una radiación significativa fuera de las instalaciones, lo que puede apuntar a que los daños no han sido tan graves como proclama una Administración estadounidense con debilidad por la hipérbole.
La operación, de la que Hegseth asegura que se hicieron las notificaciones al Congreso exigidas por la ley —según la CNN, Trump sí avisó a legisladores republicanos, pero no a los demócratas—, había comenzado a planearse, según los altos cargos, “hace meses” para dar a Trump la opción de atacar si el presidente así lo deseaba. Durante ese plazo se fueron trasladando a la región los refuerzos necesarios. El mandatario había ido empleando un lenguaje cada vez más belicoso hacia Teherán, pese a que hasta hace diez días su Administración desarrollaba negociaciones con ese régimen sobre el programa nuclear iraní.
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